La llegada del verano es siempre sinónimo de incendios forestales, aunque de un tiempo a esta parte ese riesgo ya no queda tan acotado. Montes descuidados por falta de prevención, menos entrenamiento de las brigadas, lluvias primaverales copiosas, calor en aumento según los modelos meteorológicos… El caldo de cultivo para un verano de incendios forestales está en la mesa. El coronavirus se ha colado por la puerta de atrás y la previsión de fuegos en los montes aumenta.
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